jueves, 9 de junio de 2016

Mi Mundo Ideal No Usa Paraguas


La ciudad en la que vivo hay poco o nada de tener un clima estable, acá mientras hace sol llovizna y mientras llovizna hace calor, y mientras hace sol no hace calor, y un bronceado es imposible; pero ya sea por lluvia o por sol, las espantosas sombrillas siempre aparecen.


No soy del todo huraña o renuente sobre el inapropiado, voraz, excesivo e injustificado uso de aquel ‘aparatillo’  de superficie cóncava despegable, de plástico o tela, poli y monocromático de estructura en varillas y cuya versión clásica puede servir hasta de bastón o apoyo, e incluso, la versión de bolsillo lo hace aún más sencillo de llevar, o en mi caso personal, lo hace más accesible a estorbar.

Se preguntarán por qué me molesta a tal modo aquel invento tan útil para protegernos de las lluvias, y los motivos pueden ser algo vanos pero a la vez sencillos. De repente, entro a una ‘importante’ tienda de cadena de mi país y veo como la gente paga por hacerle publicidad a través   de la compra de un paraguas de color rechinante con el logo de dicha tienda, y es que ¿ni siquiera los compradores o clientes merecen que les regalen dicha publicidad? ya, por ahí, el paraguas se convirtió en un elemento de marketing que nos venden y nosotros compramos, para seguir comprando, pues tan sólo basta con algo de lluvia para sentirme inundada de publicidad, marcas, productos y tiendas que nos invitan a seguir comprando, y he allí uno de los motivos (no general) por el cual me desagradan.

Y ahora me dirijo al camino por el cual las sombrillas sólo hacen estorbo, y es que la gente los usa porque caen dos gotas de agua, o porque caen muchas (en este caso es totalmente comprensible), usan paraguas porque hace un hermoso día soleado, lo cual hasta gramaticalmente es incorrecto: PARA-AGUAS en días de SOL, en fin, y es que he visto como gente golpea gente, como paraguas se enredan en cabelleras risadas (como la mía), he visto como gente se queda atrapada entre postes, veo como la gente con sus paraguas mojan a la demás gente ya sea en el transporte público o por la calle, veo como la gente se complica a la hora de secarlos y guardarlos, veo como se pierden y se los roban, como los usan en medio de conciertos e interrumpen la visibilidad y el goce natural de espacios al aire libre, y es que claramente al único personaje que le luce el paraguas es a Mary Poppins.

No son mucho los motivos, y no son claramente argumentos, pero mi mundo ideal no tendría de aquellos aparatos, que además de complicarme o complicarnos, me ha pegado unas buenas mechoneadas, que estorban visualmente con su publicidad, que es mal amigo pues se desbaratan en mitad de los aguaceros y que cubren la cabeza pero nunca los pies.  Desde que tengo uso de razón nunca he utilizado uno de ellos y aquí me tienen, sana, escribiendo esto, solicitándoles que no paguen por llevar un logo o publicidad, que sólo lo usen cuando es meramente necesario, eviten mojar al resto de la gente, y sobre todo, eviten quedar enredados entre árboles o postes, eso, mi querido lector, es realmente gracioso.

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