Hoy más que nunca tuve la necesidad de definir lo que pasa
por mi mente las noches que sufro de insomnio, que para ser franca, son
exactamente todas.
Se pasan centenares de ideas, imágenes que evocan pasados
tristes o alegrías fugaces, esas que son
nuevamente deseables.
Pero cómo definir el insomnio, será acaso esa pesadilla de
horas mirando el techo, pensando en lo que quisiera y quizá no será, memoria
larga de analepsis, provocaciones, tentaciones, frustraciones, planes y un par
de amores platónicos.
Y entonces, de repente siento, que eso del insomnio es algo desvariantemente
bueno.
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