Hoy me pronuncio, como mujer ciudadana, y durante este
proceso de campaña entre el Si y en No, pude notar algunas cosas.
La primera de ellas EL DIOS 'POLITIQUERO', y quiero ser clara
en algo no hablaré mal de Dios, ni de la religiones, pero si noté con sorpresa
como Dios estaba de ambos lados. Los de NO argumentaban que Dios no quiere
impunidad y mucho menos eso de la igualdad para las minorías, que los acuerdos
de paz iban en contra de la familia (como si la guerra estuviera a favor de la
familia) y la condena total al infierno. Por otra parte los que iban por el SÍ
hablaban de los valores inculcados por Jesús, el amor al prójimo y el perdón.
Lo segundo que encontré la UNIÓN ya fuera por el SÍ o por el
NO los ciudadanos se unían por sus causas o pensamientos en común, y qué cosa
más bella, la gente aún encuentra motivos para unirse. Pero acá está lo tercero
que encontré, y que es lo que más temor me generó, ENEMISTADES. Vi cómo los “hermanos”,
los vecinos y los compatriotas, los que eran amigos, esos que se hablaban bien
y eran unidos, empezaron a odiarse y tratarse mal, por opinar y pensar diferente,
‘porque aquel iba por el NO y yo iba por el SÍ’, ‘que usted es ignorante y que
yo no’, ‘que aquel sabe de leyes y yo actúo con el corazón’.
Y entonces me pregunto: ¿Por qué Dios tiene que ser partidario
de partidos políticos? ¿Por qué tengo que germinar rencores por ser diferente?
¿Quién me dijo que mi fe debe ser un Deber y privar a otros de sus Derechos? ¿Quién
nos autorizó a ser enemigo del otro por ser participe de la democracia y pensar
diferente? ¿Quién puede decir que el SI o el NO es lo correcto?
Claramente mi postura era el SI, pero mi invitación hoy es
que seamos parte de ‘una paz estable y duradera’ iniciando por entender que la
diferencia nos hace construir conocimiento y que no tiene algo que ver con
hacer enemigos.