Con pasos cadenciosos, la marcha de su caminar y el mío, él
y su mezcla perfecta de colores, un dorado cuan rubio, su orgullo blanco y su
vestir negro, somos él y yo, caminando por las calmadas calles de una Bogotá
medio deshabitada muchos han salido de viaje, él y yo no.
Después de mucho pensarlo él y yo decidimos quedarnos y
aprovechar la desolada ciudad que nos da espacio simplemente para caminar y
respirar, vamos tras el deleite que produce tranquilizarnos.
Él y yo somos dos almas gemelas, camina al paso, nunca
detrás, nunca más adelante simplemente al paso, sus pequeñas manos se mueven en
compas perfecto con sus patas, tintinean sus uñas sobre el asfalto, su mirada noble,
sencillamente el mirar más puro y su nariz fría justo al lado de mi blanco pantalón.
Hoy es sábado, otro sábado como cualquier otro y mi perro,
mi mejor amigo, y yo saldremos a hacerlo diferente.